5 Refranes que te harán viajar y reflexionar

El español está lleno de expresiones que, además de enriquecer nuestro lenguaje, nos transportan a distintos momentos y lugares de la historia. Algunos refranes tienen raíces en episodios reales, mientras que otros han evolucionado a lo largo de los siglos, adoptando nuevos significados. En este artículo, exploraremos cinco refranes que no solo te harán viajar en el tiempo, sino también reflexionar sobre la sabiduría popular que encierran. ¿Empezamos?

1. Más se perdió en Cuba (o «más se perdió en la guerra)

El refrán «Más se perdió en Cuba» es una expresión popular en España utilizada para relativizar una pérdida o una situación negativa, insinuando que hay cosas peores que han sucedido en la historia. Esta frase, a menudo dicha con un tono resignado o irónico, nos remite a un episodio clave en la historia de España: la pérdida de sus últimas colonias tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898.

Origen histórico

Este refrán tiene sus raíces en la Guerra hispano-estadounidense de 1898, un conflicto en el que España perdió sus últimas colonias en ultramar: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.

Desde 1868, Cuba había sido escenario de conflictos independentistas contra la metrópoli española. Sin embargo, la situación se agravó en 1898 con la intervención de Estados Unidos, que apoyó la independencia de la isla con intereses propios en la región. La explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana sirvió como pretexto para que EE.UU. declarara la guerra a España el 25 de abril de 1898.

El resultado fue catastrófico para los intereses españoles: la flota de ultramar, dirigida por el almirante Cervera, fue destruida, y las tropas sufrieron miles de bajas. Con la firma del Tratado de París en diciembre de 1898, España perdió definitivamente sus últimas colonias en el Caribe y el Pacífico, marcando el fin de su imperio.

«Y volvieron silbando»

A pesar de la tragedia nacional, muchos soldados que regresaban de la guerra lo hacían con alivio. Para ellos, haber sobrevivido y regresar a casa era motivo suficiente para estar alegres, incluso en un país empobrecido y desmoralizado. Se dice que muchos de estos soldados volvieran «silbando», una imagen que quedó grabada en la memoria colectiva y dio pie a la extensión del refrán.

Impacto en la cultura y la literatura

El «Desastre del 98» no solo marcó la política y la economía de España, sino que también influyó en su literatura. De este período surgieron escritores como Miguel de Unamuno, Azorín, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja y Antonio Machado, miembros de la llamada Generación del 98. Este grupo literario analizó con profundidad la crisis de identidad española y la necesidad de una renovación cultural y política.

2. Quien se fue a Sevilla, perdió su silla

El refrán «Quien se fue a Sevilla, perdió su silla» es una expresión muy conocida en el mundo hispanohablante y se emplea para advertir que cuando alguien abandona temporalmente una posición o un lugar, corre el riesgo de perderlo. Su uso es común en situaciones cotidianas en las que alguien se ausenta y, al regresar, encuentra su puesto ocupado por otra persona.

Origen histórico

El origen de este refrán se remonta al siglo XV, durante el reinado de Enrique IV de Castilla. La historia está vinculada a un conflicto entre dos eclesiásticos de la poderosa familia Fonseca: Alonso I de Fonseca, arzobispo de Sevilla, y su sobrino Alonso II de Fonseca y Acevedo.

En 1460, Alonso II fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela, pero su llegada a Galicia estuvo marcada por revueltas y conflictos. Para estabilizar la situación, su tío, Alonso I, decidió intercambiar los mandos con él, confiando en su experiencia para pacificar la situación. Sin embargo, cuando Alonso I quiso recuperar su puesto en Sevilla, su sobrino se negó a devolvérselo, aferrándose al cargo.

Este enfrentamiento entre los dos prelados derivó en un conflicto en el que intervino el propio rey Enrique IV y hasta el papa Pío II. Finalmente, Alonso I logró recuperar su puesto como arzobispo de Sevilla, pero no sin antes enfrentarse a la resistencia de su sobrino y a la ejecución de algunos de sus seguidores.

3. No se ganó Zamora en una hora

El refrán «No se ganó Zamora en una hora» es una expresión popular utilizada para enfatizar la importancia de la paciencia, la constancia y la perseverancia. Se emplea para recordar que los logros requieren tiempo y esfuerzo, y que las metas ambiciosas no pueden alcanzarse de manera inmediata. Esta frase, ampliamente extendida en España, tiene su origen en un episodio histórico ocurrido en el siglo XI.

Origen histórico

El refrán tiene sus raíces en el asedio que sufrió la ciudad de Zamora en el año 1072. La historia se remonta a la muerte de Fernando I de León, quien, antes de fallecer, repartió sus dominios entre sus hijos: Sancho II recibió Castilla, Alfonso VI heredó León, García obtuvo Galicia, Urraca recibió Zamora y Elvira se quedó con Toro.

Sin embargo, la ambición de Sancho II lo llevó a enfrentarse a sus hermanos para unificar el reino bajo su mandato. Después de conquistar Galicia y León, dirigió su atención a Zamora, que era defendida por su hermana Urraca. La ciudad era un enclave estratégico y su toma era fundamental para consolidar el poder de Sancho II.

Durante siete meses, Zamora resistió el asedio de las tropas castellanas sin ceder. Finalmente, un caballero fiel a Urraca, Bellido Dolfos, ideó un plan para acabar con el conflicto. Se ganó la confianza de Sancho II y, cuando tuvo la oportunidad, lo asesinó a traición. Con la muerte del monarca, el asedio llegó a su fin, y Zamora se mantuvo en manos de Urraca y su hermano Alfonso VI, quien más tarde se convertiría en rey.

Presencia en la literatura y cultura popular

El refrán «No se ganó Zamora en una hora» ya aparecía en textos clásicos de la literatura española, como La Celestina, lo que demuestra su arraigo en la cultura popular desde hace siglos. Su mensaje sigue vigente en la actualidad y se utiliza frecuentemente para destacar la importancia de la paciencia y el esfuerzo continuo.

4. Estar entre Pinto y Valdemoro

El refrán «Estar entre Pinto y Valdemoro» es una expresión popular en España que se utiliza para referirse a alguien que se encuentra indeciso o en una situación ambigua. A pesar de su extendido uso, el origen de esta frase sigue siendo objeto de debate, y se han tejido múltiples teorías en torno a ella.

Posibles orígenes históricos

A lo largo del tiempo, se han contado diversas historias para explicar el origen de este refrán. Algunas de las teorías más populares son:

1. La leyenda del borrachín

Una de las explicaciones más conocidas cuenta que, antiguamente, un hombre aficionado al vino solía frecuentar las tabernas de Pinto y Valdemoro, dos localidades madrileñas. Se dice que este personaje acostumbraba a beber en ambas poblaciones y, al encontrarse en el camino entre ellas, saltaba de un lado al otro exclamando: «¡Ahora estoy en Pinto! ¡Ahora en Valdemoro!» Hasta que, en un momento dado, perdió el equilibrio y cayó, quedando literalmente «entre Pinto y Valdemoro«. Esta anécdota encaja con la acepción que relaciona el refrán con la embriaguez.

2. La frontera entre los dos pueblos

Otra teoría señala que la expresión tiene su origen en la reconquista cristiana de la Península Ibérica. Se dice que Valdemoro fue reconquistado por Alfonso VI en 1083, un poco más tarde que Pinto, lo que generó un cierto vacío territorial entre ambas localidades. Esta indefinición habría dado lugar a la expresión que hoy utilizamos para describir situaciones ambiguas.

3. La casa de postas real

Otra versión sostiene que el rey Fernando III tenía una casa de postas situada en el límite entre Pinto y Valdemoro. Cuando alguien preguntaba por su paradero, se respondía que estaba «entre Pinto y Valdemoro», lo que reforzaba la idea de estar en una posición incierta o indefinida.

4. La relación con el vino

El folclorista Luis Martínez Kleiser sugirió otra hipótesis basada en la producción vinícola de la zona. Durante el siglo XVII, los vinos de Pinto y Valdemoro eran muy apreciados en Madrid, y se decía: «Vino tinto, si no lo hay de Valdemoro, démelo Pinto». De esta forma, la expresión podría haber surgido de la indecisión entre dos caldos de calidad similar.

5. Un juego de palabras con «pinta»

El hispanista alemán Werner Beinhauer propuso una teoría lingüística basada en la semejanza fonética entre «Pinto» y «pinta» (una medida de capacidad equivalente a poco más de un litro de vino en algunas regiones de España). Según esta interpretación, «estar entre Pinto y Valdemoro» significaría estar a medio camino de la embriaguez, a una pinta de perder la sobriedad.

6. Estar por los cerros de Úbeda

La expresión «estar por los cerros de Úbeda» se emplea en español para referirse a alguien que divaga, se desvía del tema o evade una situación con excusas poco creíbles. Su origen ha sido objeto de debate, y a lo largo de la historia se han tejido diversas teorías para explicar su procedencia.

Una leyenda sobre la Reconquista

Una de las versiones más extendidas sobre el origen de la expresión sitúa los hechos en la Reconquista, durante la toma de Úbeda en el siglo XIII. Según esta historia, Fernando III de Castilla, apodado «el Santo», tenía a su servicio a un capitán llamado Álvar Fáñez. En 1233, cuando el monarca estaba a punto de reconquistar la ciudad de Úbeda de manos de los almohades, Fáñez desapareció del campo de batalla junto con sus hombres, regresando solo cuando el combate había terminado. Al preguntarle por su ausencia, él respondió que se había «perdido por los cerros de Úbeda».

Si bien la anécdota es llamativa, presenta inconsistencias históricas: Álvar Fáñez había fallecido mucho antes de la toma de Úbeda y, además, la orografía de la zona, con cerros bajos y llenos de olivos, haría poco probable que alguien se «perdiera» en ellos de manera involuntaria.

El verdadero origen: los montes de Idubeda

Para encontrar una explicación más fidedigna, es necesario acudir a fuentes históricas. El primer diccionario monolingüe del español, el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias, ya mencionaba la expresión y la relacionaba con los montes de Idubeda, una cadena montañosa mencionada por los romanos, que discurría paralela a los Pirineos y unía la región cántabra con el Mediterráneo. Probablemente, los romanos identificaban esta cordillera con el actual Sistema Ibérico.

Los geógrafos Estrabón y Ptolomeo describieron estos montes como una región que «discurre por muchas partes y toma diversos nombres según los lugares por donde pasa». Esta característica geográfica pudo dar lugar al uso figurado de la expresión para referirse a quien se pierde en rodeos, evadiendo el tema central.

La confusión entre Idubeda y Úbeda pudo deberse a la similitud fonética entre ambas palabras, lo que con el tiempo dio lugar a la expresión tal como la conocemos hoy.

Los refranes son cápsulas de historia y cultura que nos permiten conectar con el pasado mientras seguimos utilizándolos en nuestro día a día. Cada expresión tiene un trasfondo que va más allá de su significado literal, ofreciéndonos lecciones de vida que siguen vigentes. Así que la próxima vez que escuches uno de estos refranes, recuerda que detrás de sus palabras hay un viaje en el tiempo esperando a ser descubierto.

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